LA TOMA
Por Anahí Cazas Álvarez
Suenan los petardos. Es jueves 27 de noviembre de 2008 y de la puerta del edificio Ex Inra salen los estudiantes de la carrera de Comunicación Social. Bajo un sol imponente, la marcha comienza su descenso hasta el Monoblock. Está dirigida por dos jóvenes disfrazados de “truchas” color tornasol. Ellos saltan haciendo gala de su traje, mientras los marchistas gritan: “Fuera truchos”.
En 2002, la carrera de Comunicación Social convocó a un concurso de méritos y examen de competencia para optar a la titularidad de cátedras. De los 15 postulantes, ocho “ganadores” fueron observados por supuestas irregularidades en el proceso de admisión. En 2003, Iván Miranda, director interino, firmó los contratos y ahí comienza el problema de los “docentes truchos”.
La marcha de Comunicación Social llega a la Obelisco. Pone en conflicto a los policías de Tránsito. Pues a unas cuadras, en la avenida Camacho, los rentistas mineros bloquean la vía. Las bocinas de carros ensordecen, mientras los estudiantes vociferan: “luz, cámara y acción, adelante Comunicación”.
El 19 de noviembre, dos universitarios de Comunicación Social, Lucio Villacorta y Cesar Espinoza, comenzaron una huelga de hambre exigiendo la destitución de los “docentes truchos”. Se instalaron en el quinto piso del edificio Hoy, en la Decanatura de la Facultad de Ciencias Sociales, para presionar al decano Raúl España. Pero, en diez días no lograron nada.
La historia se repite
En 2006, los estudiantes de Comunicación Social tomaron el Monoblok, el edificio central de la UMSA, para intensificar la protesta de una huelga de hambre instalada hacía varios días. “Bajamos en marcha y decidimos tomar (el edificio) para que las autoridades escuchen el mandato estudiantil”, cuenta un estudiante de quinto año que participó en aquella medida de presión.
Hace dos años, los estudiantes exigían la anulación de la posible intervención a la carrera y se adicionada el problema de los “docentes truchos”. Las autoridades universitarias lograron un acuerdo para levantar la medida de presión.
A las 12.45 los petardos interrumpen el bullicio cotidiano de la plaza del Estudiante y se mezclan con los gritos: “fuera los docentes truchos”. Al llegar al atrio del Monoblok, las puertas estaban cerradas. Algunos estudiantes vociferaban: “nos tienen miedo”. Entonces, la marcha se dirigió al edificio Hoy para visitar a los huelguistas.
“El que no salta es un trucho”, era la consigna con la que los universitarios bloquearon la avenida 6 de Agosto. Otro grupo decidió ingresar a los ambientes del edificio Hoy. Las gradas y ascensores estaban copadas de estudiantes. Todos querían llegar al quinto piso para apoyar la huelga.
“¡Toma1, ¡toma!”, empezaban a gritar. Cinco jóvenes se cubrían el rostro con pañoletas. “¿Cuándo es cuándo?, ahora es cuando”. El reloj marcaba las 13.00. De las mochilas salen cadenas para cerrar la puerta del edificio. Los funcionarios y estudiantes de otras unidades académicas salen sorprendidos.
Los tres policías apostados en la puerta principal observan en silencio. “Tienen que salir”, les dicen voces difíciles de identificar. En el instante en que los uniformados son desalojados las manillas de puerta son enroscadas con cadenas y aseguradas con el candado.
El miércoles 26 de noviembre, el Honorable Consejo Universitario (HCU) determinó remitir el caso a la Comisión de Admisión de Procesos. Por tal razón, la Asamblea Docente Estudiantil decide intensificar las medidas de presión.
Pasaron diez minutos y la puerta del edificio Hoy se volvió abrir. Varios estudiantes salieron con apuro. “Vamos a volver”, respondían. La avenida 6 de Agosto volvía a su rutina diaria. Los profesores que observaban fueron invitados. “Que ingresen los docentes”, gritaban.
Miradas silenciosas se quedaron por las afueras del edificio Hoy. No había más petardos. Sólo la larga espera para una solución. Durante cinco días, el ambiente fue visitado por compañeros universitarios e incluso varios paralelos intentaban pasar clases en el lugar.
Colchones, frazadas y naipes acompañaban a los estudiantes que tomaron aquella infraestructura. “Vamos a quedarnos hasta las últimas consecuencias”, decían. El 2 de diciembre, autoridades universitarias y representantes del estamento docente-estudiantil de Comunicación Social plasman sus firmas en el acta de cuarto intermedio de 45 días.
Los estudian desalojaron el edifico Hoy llevándose la promesa de solución del problema de los docentes “truchos” para el próximo año y también de conclusión del edificio de la Facultad de Ciencias Sociales.
Las paredes empapeladas del edificio Ex Inra continúan anunciando “Fueras los docentes truchos”, “Viva la huelga de hambre”, “Apoyemos la toma”, pero ya no se escucharan más petardos por este año.
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